Desde monteviejo, y bajo la tutela de su maestro Michel
Rolland, supo hacerse escuchar.
Primero a través de las copas, y luego con su guitarra.
Apasionado por los vinos, y también por la música acaba de lograr un
hito para la enología argentina: fue el primer winemaker local en alcanzar los
100 puntos de la máxima referencia.
Hoy, su sello, aparece en varias etiquetas de diversos
terruños.
En ese contexto, en el cual el vino es el protagonista, y muchas veces también la comida, se habla de todo.
Recientemente pasó por Buenos Aires y, parafraseando con el ámbito musical, se presentó en distintos escenarios.
Porque además de ser el enólogo de Monteviejo desde el vamos, la primer bodega del Clos de los Siete, hoy asesora a otros emprendimientos de diversas zonas, al suizo Dieter Meier y sus vinos Puro, mayormente de Agrelo, a Algodón Estate de San Rafael y a Pancho Lavaque de Cafayate.
Además, le queda tiempo lanzar sus propias etiquetas (Sol Fa Sol y Marcelo Pelleriti Reserva).
Pero claro, es difícil verlo entre viñas o en medio de las barricas en plena fermentaciones y microvinificaciones, porque hay que viajar hasta su bodega, al pie de la Cordillera.
Y es así que, lejos de su hábitat natural, el se deja llevar por sus vinos y sus vinos lo llevan a compartir su otra pasión: la música.
Que quede claro, el es uno de las grandes enólogos argentinos, y un guitarrista aficionado.
Pero algo bien debe tocar ya que en la 3er edición del Monteviejo Wine Rock convocó a más de 1000 personas y a bandas de la talla de Catupecu.
También la música le permitió codearse con figuras de la talla de Pedro Aznar quien cayó rendido a sus pies, y está elaborando su propio vino junto a Marcelo.
Son numeroso los vinos que hoy llevan su impronta.
En algunos se siente mucho más su mano, simplemente porque viene trabajando desde hace más tiempo.
Como por ejemplo en los vinos que elabora en Francia: Ch Le Gay, Ch La Violette y Ch Montviel, entre otros.
Con los dos primeros logró 99 y 100 puntos de Robert Parker, con todo lo que ello implica. Primero porque Parker es la referencia mundial por excelencia y segundo por ser el primer nativo en lograrlo.
Es cierto que no fue con un vino argentino, pero por algo se empieza.
Esto comprueba que si hay terruño, factor humano hay de sobra, y la excelencia se puede alcanzar.
En algunos se siente mucho más su mano, simplemente porque viene trabajando desde hace más tiempo.
Como por ejemplo en los vinos que elabora en Francia: Ch Le Gay, Ch La Violette y Ch Montviel, entre otros.
Con los dos primeros logró 99 y 100 puntos de Robert Parker, con todo lo que ello implica. Primero porque Parker es la referencia mundial por excelencia y segundo por ser el primer nativo en lograrlo.
Es cierto que no fue con un vino argentino, pero por algo se empieza.
Esto comprueba que si hay terruño, factor humano hay de sobra, y la excelencia se puede alcanzar.
Marcelo busca, y en cada lugar sabe que puede encontrar.
Lo logró en Pomerol, y su nombre hoy está a la altura de pocos.
Lo demuestra hace diez años en Vista Flores; y con su Lindaflor Malbec ha logrado marcar una referencia para nuestro cepaje estrella, la cual superó con su versión La Violeta.
En Salta y junto a José Luis Mounier, está siendo parte del renacimiento de Félix y todos los vinos nuevos de Pancho Lavaque, como el Vallisto.
Con el suizo Dieter Meier, otro artista, lo une una química especial y ya en sus vinos empezó a meter mano y se va a notar.
Hoy llega el Malo, un buen Malbec con su sello.
Y también hay que prestar atención a los de Algodón Estate; y su nuevo Malbec Bonarda es un buen ejemplo de lo que el propone.
No busca ni cambiar la filosofía de su colega residente, ni mucho menos influir en el terruño para cambiarlo, sino más bien aplicar su know how para que se exprese cada vez mejor en las botellas.
Lo logró en Pomerol, y su nombre hoy está a la altura de pocos.
Lo demuestra hace diez años en Vista Flores; y con su Lindaflor Malbec ha logrado marcar una referencia para nuestro cepaje estrella, la cual superó con su versión La Violeta.
En Salta y junto a José Luis Mounier, está siendo parte del renacimiento de Félix y todos los vinos nuevos de Pancho Lavaque, como el Vallisto.
Con el suizo Dieter Meier, otro artista, lo une una química especial y ya en sus vinos empezó a meter mano y se va a notar.
Hoy llega el Malo, un buen Malbec con su sello.
Y también hay que prestar atención a los de Algodón Estate; y su nuevo Malbec Bonarda es un buen ejemplo de lo que el propone.
No busca ni cambiar la filosofía de su colega residente, ni mucho menos influir en el terruño para cambiarlo, sino más bien aplicar su know how para que se exprese cada vez mejor en las botellas.
A veces (quizás) no queda claro si su pasión por las guitarras lo puede más que sus vinos. Pero no, su hobby es el rock y es por ello que cuando está distendido, lo pone sobre la mesa y lo comparte.
Pero cualquiera que esté a su lado va a encontrar a un personaje que lleva el vino bien adentro, y que trabaja para ser parte de esta revolución que vive la industria local.
Y más allá que Marcelo ya tenga un estilo propio; que para algunos puede no ser tan propio sino mas bien compartido; lo que queda bien claro es que él ya es parte viviente de esta historia y que cada año lo demuestra con hechos…, o mejor dicho con vinos.
Pero cualquiera que esté a su lado va a encontrar a un personaje que lleva el vino bien adentro, y que trabaja para ser parte de esta revolución que vive la industria local.
Y más allá que Marcelo ya tenga un estilo propio; que para algunos puede no ser tan propio sino mas bien compartido; lo que queda bien claro es que él ya es parte viviente de esta historia y que cada año lo demuestra con hechos…, o mejor dicho con vinos.
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